viernes, 21 de septiembre de 2007

Barrio Sesamo

Don Pimpón, Espinete y Chema el panadero; tres malditos genios sin parangón que se metieron a toda una generación de auténticos mocosos en el bolsillo.
Ni siquiera Coco, el Monstruo de las Galletas o los gays Epi y Blas pudieron destronar la hegemonía de estos tres personajes claves de los ochenta.

Barrio Sésamo era un programa supuestamente educativo, pero que ocultaba mensajes subliminales en la mayoría de sus episodios. Sus creadores estaban preparando a toda una generación para las miserias laborales y sociales que nos tocaría vivir en los noventa y el nuevo milenio.

Por poner un claro ejemplo de precariedad laboral, tenemos a Chema el panadero, un auténtico artesano del horno, que no debió ver billetes morados en su vida. En su panadería se entraba a hablar pero nunca a comprar.

Después tenemos a Espinete, con graves problemas financieros viviendo en una chabola de madera y sin liquidez para ni tan siquiera comprarse unos tristes trapos con los que cubrir su espinado cuerpo. Solo tenía un pijama, que fue usado unas 500 veces a lo largo de toda la historia de Barrio Sésamo.

Don Pimpón representaba lo que en la sociedad actual llamamos un chupóptero. Se dedicaba a hacer viajes a lo largo y ancho del mundo (al más puro estilo Pocholo) y después volvía al barrio para restregarlo en la cara de los pobres Espinete, Chema y Julián el quiosquero.

Se podría decir que Barrio Sésamo nos preparó para firmar sin pestañear contratos basura de 500 euros mes. ¡Dios salve a Espinete!

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